martes, 20 de marzo de 2007




Desde la penumbra, puedo oír cómo me llamaba un sonido al otro lado de la puerta. Puedo sentir el latido violento de mi corazón que quiere escapar del pecho.


Ahora que tengo la certeza de que voy al encuentro de la muerte y, aunque tengo más miedo que nunca, no puedo evitar mezclar el recuerdo áspero de las encinas con el de todos mis hermanos corriendo en las noches de luna clara.


No sé lo que hay detrás de esa puerta, y no quiero saberlo, pero si ha de ser de ese modo y he de morir así, será matando. Embestiré al sol y no al rojo, y abrazaré a la muerte con dolor y sufrimiento, como lo hace un cobarde, como lo han hecho todos mis hermanos. Solo, ante todos.
C. García Burgos