martes, 27 de noviembre de 2007


Esta mañana un duende me ha traído un sobre de azúcar amargo para echarlo al café. Esto es lo que decía su leyenda:


Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes.


Napoleón Bonaparte

Verdades a voces


Esta carta no debería ir aquí escrita. La razón es muy simple. Cuando se hace una promesa, no se debe incumplir, aunque dicha promesa contradiga la voluntad propia en aras de la ajena. Por otro lado, quien me conoce sabe que no me importa gritar mi verdad a voces, o rectificar, si en algún momento descubro que para mí aquélla deja de serlo. Esta carta, pues, va dirigida a alguien pero cualquiera es libre de tomar partido en ella.

Si me preguntas, te diré que prefiero utilizar la copa, por fino que sea el cristal, a guardarla en la vitrina. Si me preguntas, te diré que prefiero caerme mil veces a no atreverme a dar un paso. Si me preguntas, te diré que prefiero errar, a ni siquiera intentarlo. Te diré a voces que prefiero vivir, aunque no me lo preguntes. No pasa nada, me dices. Eso es lo peor que puede pasar.