miércoles, 21 de marzo de 2007


Debatía con un amigo acerca del amor platónico. Siempre he mantenido mi postura: será inútil pero es el único utópico y a la vez verdadero. Si nos remontamos a las raíces podemos ver lo que opina Sócrates a través de su discípulo Platón.


En primer lugar, Sócrates mismo confiesa haber pensado en algún momento que Eros era un dios, pero las sabias palabras de la sacerdotisa Mantineia le muestran su error: no se trata de un dios sino de un daimon, un intermediario entre lo humano y lo divino, hijo de Penía (pobreza) y Poros (recurso). Por esto busca satisfacer lo que no tiene y lo busca para siempre: "el amor es, en resumen, el deseo de poseer siempre el bien". Eros es deseo de poseer lo bueno imperecederamente, lo que relaciona el amor a la procreación que desea la inmortalidad. En este punto, Sócrates ha realizado un giro radical: en lugar de tomar el amor por referencia al objeto amado, que uno percibe como tan deseable y bello, habla desde la posición del amante, aquél que busca lo bello. Las ideas del amor platónico aparecen con todo su esplendor cuando se convierten en la búsqueda filosófica. Al llegar a cierta edad, todos deseamos dar a luz, es decir, procrearnos en pos de la inmortalidad. Precisamente, lo que se perpetúa eternamente es aquello que participa de la verdad.


Apología de Sócrates. Platón