lunes, 29 de enero de 2007

Comprar voluntades


Contra la reforma sanitaria del Gobierno, contra la energía nuclear, contra el cierre de un club de fútbol, de la extrema izquierda, de la extrema derecha, de los parados, de los emigrantes, de los propietarios de mascotas, de quienes se oponen a ellas... Las manifestaciones en Alemania constituyen un variopinto lugar de encuentro y casi cualquier motivo es válido para salir a la calle en un domingo soleado.


Pero, si llueve, si hace frío o si el motivo de la marcha no es lo suficientemente persuasivo, los convocantes corren el peligro de acudir en soledad. Por ello, y porque es de sobra conocida la fijación germana de tenerlo todo bien previsto y planificado hasta el último detalle, una página de alquiler en internet ha decidido lanzar una nueva categoría: los manifestantes. Más de 300 perfiles En erento.com se pueden arrendar los servicios de cocineros, intérpretes, portadores de maletas, entrevistadores o asistentes para los VIP de una fiesta. Y, desde comienzos de este año, también es posible incrementar la densidad de cualquier protesta pública. «La idea surgió cuando varias organizaciones comenzaron a solicitarnos personal para manifestaciones», comenta una portavoz de la empresa. En menos de un mes, ya disponen de casi 330 perfiles para acudir a las marchas. «Se presenta gente de todo tipo», aclaran desde erento.com. Así, quien desea amplificar la fuerza de sus reivindicaciones callejeras puede elegir en función del sexo, la edad, el origen étnico o incluso el color de pelo y su longitud. Se trata de poder contar con el manifestante que mejor se ajuste a cada concentración. Hasta el momento, han sido varias las causas que han contado con la presencia de algunos de estos «concienciados» ciudadanos, a razón, eso sí, de unos 145 euros por día. El límite político no lo pone la empresa, sino el propio remunerado: «Son ellos los que eligen si la causa va contra sus principios o no», argumentan fuentes de la página web. En algunos casos, lo dejan claro ya desde el primer momento. Pia, una estudiante de 26 años que vive en Ober-Ramstadt, anuncia en su carta de presentación virtual: «Quien tiene una opinión debe expresarla. Yo acudo a tus manifestaciones». Pero, un poco más adelante, detalla que «no todas las causas» coinciden con su opinión y por ello se distancia de «convocatorias extremistas, nazis o discriminatorias». Otros, en cambio, no expresan ningún escrúpulo ideológico y piden tan sólo no tener que concentrarse en fines de semana. Por el momento es difícil encontrar una iniciativa que acepte el haber contratado a sus correligionarios o que advierta la intención de hacerlo en un futuro. En el departamento de Prensa de la Unión Cristiano Demócrata, el partido al que pertenece la canciller, Angela Merkel, no salían de su asombro. «Ni sabíamos de la existencia de esta posibilidad, pero, en cualquier caso, no entra en nuestros planes contratar a gente para que acuda a las convocatorias», exclama uno de los portavoces, al enterarse por este periódico del servicio de erento.com. «¿Es eso frecuente en España?» preguntaba extrañado. En la sede alemana de Greenpeace iban más allá: «Es algo que roza los límites de la democracia. Se corre el riesgo de que las causas que disponen de mayor presupuesto puedan dar una imagen de apoyo popular, aunque en realidad quizás no sean compartidas más que por una minoría», argumenta Svenja Koch, jefa de prensa de la organización ecologista. El derecho de manifestar libremente las opiniones de cada cual aparece en Alemania protegido por el artículo octavo de su Constitución. A lo largo de la historia reciente germana, han sido muchas las protestas, aunque probablemente las más relevantes se produjeron a finales de 1989 en la antigua República Democrática, que acabaron desencadenando el hundimiento de la dictadura comunista. Huelga decir que, en aquellos días, no hizo falta pagar a nadie para protestar.


Fuente: Diario La Razón

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