domingo, 4 de febrero de 2007




"Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas."

Mark Twain


Hay mentiras pequeñas o pequeñas mentiras; son mentiras que, en origen, carecen de maldad. Son las que llamamos “mentiras piadosas” porque nacen fruto de una buena intención y no pretenden daño alguno para nadie.


Por otro lado existen las malditas mentiras; aquellas que tergiversan sin disimulo la verdad. Son las que afirman, sin recato alguno, lo falso como si fuera auténtico, sin ninguna clase de tapujos.
Y por último existen las mentiras más peligrosas, las más dañinas, las que se esconden tras una apariencia de verdad. Son las mentiras que tienen una buena parte de verdad, pequeñas verdades que esconden tras de sí el engaño. En muchas ocasiones se recurre a la estadística para construir esa falsa imagen de autenticidad, de verdad.


Decía el sociólogo americano David Riesman: "Estudia las frases que parecen ciertas y ponlas en duda". Está claro para todos lo necesario que resulta tener un acentuado sentido crítico para ayudarnos a descubrir la verdad; pero si eso es cierto para los hechos de la vida en general, ante la propaganda, ya sea comercial, política o ideológica, ese sentido crítico no sólo es bueno, sino que se hace absolutamente imprescindible, no ya para profundizar en el conocimiento de la verdad, sino para no caer de cuatro patas en el error.


Extracto sacado del artículo de Jósé María Sampere en el que habla de la mentira Afinsa.

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