martes, 24 de abril de 2007

Alien contra los vicios humanos



Vienen de muy lejos, de un planeta de cuyo nombre no hay quién se acuerde porque es inmaterial, invisible e inhumano (puesto que en él no hay humanos, sólo extraterrestres). El padre de M, XXL, cabezota donde los haya, se ha empeñado en arreglar a esta raza desgraciada que vive en el Planeta Tierra. A raíz de este acontecimiento irremediable, que se repite cada cincuenta años, M y su fiel servidor se han visto obligados a acudir a dicho planeta en misión especial, todo por no continuar a la escucha de la nunca suficientemente valorada retahíla del sabio y decanonagenario+mil, XXL. Alcanzado el segundo vagón del Expreso de Chicago años 20, no están muy seguros de lo que han hecho pero, ahí están, sin embargo.

─M esto se mueve mucho.
─Ya lo sé, lo llaman tren, creo. Papá me lo anotó en la página quinientos millones del diccionario de bolsillo que he traído conmigo.
─Pero, ¿por qué utilizar este medio y no el teletransporte inmolecular?
─Porque ellos tienen moléculas, cazurro.
─Ya, ya lo cojo. Pero, ¿y si en lugar de utilizar el inmolecular inventan uno molecular?
─Hemos venido a arreglarle la vida a esta gente, no a complicársela más. ¿Acaso no te acuerdas de lo que nos costó prescindir a nosotros de todo eso?. ¿Cuánto tuvo que esforzarse mi padre en explicarle a todo el mundo que lo de las moléculas era una pérdida temporal? ¿eh? ¿eh?
─Vale, vale, que soy un vasallo y no me pagan por pensar, qué carácter. De anciano te vas a parecer a tu padre.
─Y tres naves espaciales que te den, yo soy mucho más inmaterial que él. Abre las antenas que tenemos mucho trabajo.
Ilustración C. García Burgos.

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