viernes, 12 de enero de 2007


Hace mucho tiempo vivió en Japón un Samurai que se lamentaba por haber perdido a su señor. Convertido por ello en ronin* partió arrastrando la culpa de no haber podido interceptar con su espada la flecha que había matado al Shogun durante la batalla.


Cada día se detenía en el camino y practicaba con su katana hasta que la oscuridad le impedía ver los destellos de la hoja mientras cercenaba cañas de bambú.


Caminaba y practicaba, hasta que sólo pudo oír al viento doblegarse a su espada.


Uno de esos días, justo antes de atardecer, vio acercarse a un monje que caminaba lentamente. Cuando estaba cerca el samurai le saludo y le dijo: Monje, explícame qué es el cielo y qué es el infierno. El monje sin detenerse dijo: a un ignorante como tú no le puedo explicar eso, porque no lo entendería y sería perder el tiempo.


El samurai montó en cólera y desenvaino la espada dispuesto a decapitar al monje y cuando estaba a punto de hacerlo éste se volvió y le dijo: Eso es el infierno. El samurai conmovido por la explicación del monje contuvo su ira y sumido en la vergüenza se arrodilló para rogar que le perdonase. Entonces el monje comenzó a andar y mientras se alejaba le dijo: Y eso, eso es el cielo.

* Sin Señor. Samurai que ha perdido a su señor y vaga sumido en la vergüenza en busca de mejor fortuna. Si había cometido un error directo debía suicidarse mediante el ritual seppuku o hara-kiri.
Cuento adaptado e ilustración: Carlos García Burgos.

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